lunes, 25 de febrero de 2019

JUSTICIA LETAL (Close Range, 2015)



Scott Adkins es el protagonista y la mayor baza que posee este tradicional, aunque fallido, western moderno con aroma de telenovela, en el que un ex-soldado convertido en fugitivo entra en acción cuando su hermana y su sobrina se vean atacados por una serie de narcotraficantes mexicanos. Con dicha premisa, es obvio que la originalidad en el guión brillará por su ausencia, pero sí puede provocar una esperanza de que, al menos, Adkins ofrecerá un recital de golpes y coreografías con los que el aficionado se verá saciado. Error. Sí, hay combates y tiroteos a lo largo de casi todo el metraje, pero todo suena a mil veces visto, con encuadres sencillos, y, en definitiva, muy poca espectacularidad. El continuo uso de cámaras lentas y los estrambóticos zooms merman la calidad técnica en lugar de ensalzarla, creando ese look característico propio de los peores direct-to-video de Steven Seagal.

Por lo tanto, y aún contando con un realizador tan interesante como Isaac Florentine tras las cámaras, “Justicia letal” es malogrado largometraje, carente de emoción, sin apenas sorpresas, con personajes recurrentes (el sheriff corrupto, el marido mafioso...) y, lo que es peor, con un excelente action-hero ultra desaprovechado como es Adkins, quién, además, aquí ejerce de productor ejecutivo, lo que da a entender que el producto fue en cierto modo construido y posteriormente revisado por él...algo que da en qué pensar...

Nota: 2/10

martes, 27 de febrero de 2018

EXPERIMENTO LETAL / GEN-Y-COPS (2000)



1999 fue el año del estreno de “Gen-X-Cops”, cinta de acción juvenil, comentada con anterioridad aquí en el blog; la película obtuvo un indudable éxito gracias a diferentes factores (trama jovial, reparto lleno de estrellas emergentes, Jackie Chan en la producción...) con lo cual no debió extrañar a nadie la confección de una inmediata secuela, “Gen-Y-Cops”, que de alguna manera siguiera las aventuras de este escuadrón policial formado por los chavales más enrollados de la jefatura. Lo llamativo fue que cuando el proyecto se encontraba en proceso de desarrollo, una compañía norteamericana quiso entrar a modo de co-productora; Bey Logan, actor “Gen-X-Cops” y guionista en ésta segunda entrega, así lo explicaba en una entrevista: “había una historia, pero cuando vinieron los estadounidenses pidieron que, al menos, la mitad de la película fuese en inglés. Así que entré y empecé, básicamente, a escribir escenas para Maggie Q, Edison Chen...”1. Asimismo, es bastante probable que la llegada de los americanos supusiese la introducción en el reparto de actores de carácter internacional, caso de Paul Rudd, intérprete muy conocido en Hollywood, famoso en aquellos años gracias a cintas como “Romeo + Julieta” (1996), “Las normas de la casa de la sidra” (1999) o “Clueless - Fuera de onda” (1995).

Sea como sea, lo cierto es que el estilo de esta segunda parte difiere bastante de su precedente. Aquí, además de ese inevitable aire internacional logrado gracias a la co-producción de EE.UU y de actores como Rudd, parece que el guión pretende hacer un guiño al cine mecha japones, pues la trama principal presenta a un robot asesino comandado por un peligroso mad-doctor con intenciones de sembrar el pánico en la ciudad. Por supuesto los protagonistas deberán impedirlo a golpe de pistola, chistes malos y patadas de kung-fu. Así, “Gen-Y-Cops” supone una mezcolanza de géneros que van desde el humor a la ciencia ficción pasando por la acción pirotécnica y las artes marcieles (algunos combates bien resueltos, con rivales como el conocido Ron Smoorenburg). Sin embargo, la película no acaba de funcionar, tal vez debido a la inclusión de demasiadas ideas, un guión pasado por diferentes manos, y, sobre todo, un humor que no termina de cuajar: mientras que en la primera parte los muchachos podían hacer gracia con sus payasadas, aquí se pasan de frenada, y verdaderamente irritante es el caso de Sam Lee, insoportable con sus muecas y ocurrencias constantes. De igual modo, el empleo de la música techno lega a cansar, y algunos efectos especiales y conceptos han quedado un tanto desfasados con el paso del tiempo. Pero nos encontramos ante un producto comercial, fruto de su tiempo (principios de la década del 2000), que puede entretener en un momento dado, siempre que no le exija demasiado. Con el genial Anthony Wong en un rol de colaboración, el filme se comercializó en diferentes mercados bajo la etiqueta de “una producción de Jackie Chan”, lo cual es mentira, pues la estrella de “La serpiente a la sombra del águila” no tuvo ningún tipo de implicación en el proceso. Probablemente se quiso explotar el hecho de que Chan sí participara en la anterior entrega de la saga. Una saga, todo sea dicho, que murió tras esta segunda parte, seguramente al ver los insuficientes resultados de “Gen-Y-Cops” .

Nota: 4/10

1: Portal Hong Kong Cinémagic (www.hkcinemagic.com): “Interview Bey Logan”. Texto de Arnaud Lanuque aparecido el 28 de diciembre de 2004.

lunes, 19 de febrero de 2018

GOLIMAR: THE MOVIE (2017)



“Golimar: The Movie”, es un extraño aunque agradecido ejercicio cinematográfico, concebido con el propósito de crear una divertida pieza audiovisual a partir del metraje propio de una cinta de nacionalidad india de la década de los ochenta. Así, en una práctica similar a la que empleó Woody Allen en su “What´s up Tiger Lily” (1966), el misterioso Ognimod Zepol agarró el largometraje de acción “Donga” (1985) de dos horas y media de duración y lo convirtió en una comedia disparatada, cambiando para ello el significado de algunos diálogos y rebajando el metraje a unos escuetos 85 minutos aproximados. El resultado es una fiesta llena persecuciones, tiroteos, artes marciales y venganzas, protagonizada por una de las estrellas del Telegu Cinema, Chiranjeevi, conocido por estos lares por cintas como “Indiano Jones y el agua de la eternidad” (2004) o “Por un puñado de rupias” (1990). Lo que Zepol sí mantuvo en la película fueron los números musicales, tan comunes en esta cinematografía, incluyendo el ya mítico (y viral) “Golimar”, en el que Chiranjeevi y el resto del equipo emulaban al mítico videoclip “Thriller” que John Landis coordinó para Michael Jackson.

La historia es lo de menos, pero vendría a contar las aventuras de un ladrón huérfano de padre en constante búsqueda de aquellos que asesinaron a su progenitor. De todos modos, lo sugestivo aquí no es tratar de seguir el guión, si no dejarse llevar por la música, los momentos de acción (que van de lo aberrante a la genialidad: francamente estupenda resulta ser una persecución en moto situada casi en el ecuador del metraje, pero patética es una pelea planteada en un cementerio al inicio del filme) y, sobre todo, el carisma de Chiranjeevi, ese super-héroe humano, ya imprescindible en la iconografía de la serie Z, que con sus movimientos y su voz cautivan al más curtido; sí hay que ver algo de este actor, tal vez sea buena idea comenzar por esta obra.

lunes, 5 de febrero de 2018

LA MÁSCARA DE LA MUERTE (Mask of death, 1996)


La técnica del transplante facial ha servido como base en multitud de películas a lo largo de la historia del cine. Sin pensar demasiado, podemos recordar “Cara robada” (1952) de Terence Fisher, “Jail Bait” (1954) de Ed Wood o, más recientemente, “Cara a cara” (1997) de John Woo. Es un tema que, bien empleado, invita a la construcción de una trama interesante, a la vez que permite la posibilidad de combinar diferentes géneros en una misma trama. De terror al thriller, de la ciencia ficción al drama, pasando si se quiere a la sátira o la parodia. Así no debe extrañar, en absoluto, que el cine de serie B destinado a los videoclubs en los años noventa quisiese acercarse al mentado método ya que regala la ocasión de introducir al action-hero de turno en una trepidante aventura llena suspense, equívocos y venganzas. Es el caso de “La máscara de la muerte”, cinta de acción protagonizada por Lorenzo Lamas.

La sinopsis podría resumirse del siguiente modo: Jason McKeena es un buen policía que en una operación contra el mafioso Mason pierde a su esposa y a algunos de sus compañeros. Mason también fallece en la maniobra, circunstancia que los altos dirigentes de la ley deciden emplear urdiendo un insólito plan: aprovechando el parecido físico entre McKeena y Mason, el agente se somete a una operación de cirugía plástica, adoptando la forma del gángster y así introducirse en la organización criminal con el fin de desmantelarla desde dentro.


Con un planteamiento tan simple como efectivo, el cineasta David Mitchell construye esta epopeya en la que Lamas, además de lucirse como artista marcial, puede demostrar a sus fans que es capaz de interpretar dos registros diferentes en una misma película. El resultado, lejos de ser una obra maestra, ni tan siquiera un filme para tener de referencia en el género de acción, es al menos lo suficientemente entretenido como para que el espectador poco riguroso pase un rato grato con su visionado. No es de lo mejor de Lamas, ni mucho menos -son muy superiores sus gestas dentro del subgénero de torneos de lucha, “Final Impact” (1992) o “Gallo de pelea” (1991), por ejemplo-, pero tampoco es tan aberrante como otros títulos interpretados por el actor. Junto a él, dos presencias muy interesantes, por un lado Billy Dee Williams (inolvidable Lando Calrissian en el universo “Star Wars” o Harvey Dent en el “Batman” de Tim Burton) y la siempre genial Rae Dawn Chong (“En busca del fuego” [1981], “Beat street” [1984], “Crying Freeman” [1995], “El gato infernal” [1990]...).  

Puntuación: 5/10

lunes, 1 de enero de 2018

LA TRAMPA DEL ASESINO (The Contractor, 2007)



“La trampa del asesino” es un largometraje absolutamente fallido situado en el peor momento de la carrera de su protagonista, Wesley Snipes, esto es, entre los años 2003 y 2008 -casi una década llena de filmes inocuos y faltos de interés, con determinadas excepciones, pues podríamos salvar de la quema algún que otro thriller, como “Caos” por ejemplo-. La cinta en cuestión, dirigida por Josef Rusnak (responsable de aquella sci-fi movie de culto llamada “Nivel 13”) se centra en James Dial (Snipes), un agente de la CIA envuelto en la tradicional trama de un gobierno que quiere deshacerse de él tras una operación de alto secreto; así, el héroe deberá huir de aquellos que le quieren muerto, siempre en busca de una vida mejor. En su trayectoria se verá involucrada, además, una niña de unos doce años con la que entabla una peculiar amistad. Película mala, muy mala incluso, de laq que únicamente podemos destacar la asistencia de Snipes, actor excelente, aquí correcto tanto en las secuencias dramáticas como en los momentos de acción -en este sentido, mencionemos que hay en el filme una única escena de artes marciales, bien ejecutada por Snipes y su compañero, pero tan mal realizada que la fuerza que podría transmitir acaba por colisionar hasta concluir en un error-. Al margen de Wesley Sinipes, por la pantalla también circulan otros rostros conocidos, como Lena Headey o Charles Dance, pero sus presencias no ayudan a salvar la catástrofe...más bien al contrario, pues invita a preguntarnos por qué actores tan interesantes se involucran en este tipo de proyectos.   

Puntuación: 2/10

jueves, 28 de diciembre de 2017

VENGANZA CIEGA (Out For a Kill, 2003)


Uno de los peores títulos de la filmografía de Steven Seagal es sin duda este pobre e infame thriller de acción confeccionado para el mercado del vídeo en el que el aikidoka da vida a un gángster reformado y reconvertido en profesor de arqueología al que le tienden una trampa mientras realiza unas excavaciones, acabando con sus huesos en prisión. Al salir, como es habitual en estas tramas, jura venganza acabando con todo un batallón de mafiosos. Algo completamente rutinario, sin sorpresa alguna, que sirve únicamente para regocijar a todos los detractores del protagonista de “Alerta máxima”.

Llena de defectos desde el inicio, podemos distinguir, por ejemplo, un montaje descuidado lleno de insólitas elipsis, una realización plana que llega a aburrir y, sobre todo, un guión demasiado tradicional plagado, eso sí, de algunas líneas de guion que llaman la atención de cualquiera. Citando dos de ellas, memorable es el momento en que un jefe de policía habla con su compañera y sentencia aquello de “si ese tipo es inocente, el Papa lleva tanga” (sic). Por otro lado, también celebre es la escena en que Seagal tiene a uno de sus enemigos agarrado del cuello y con absoluta normalidad le pregunta “¿quien mató a mi mujer, capullo?; el pobre diablo contesta y acto seguido nuestro protagonista le rompe el pescuezo. De todos modos, la escena sirve para resumir la tónica del largometraje en lo que se refiere a la interpretación de Steven Seagal. Y es que, si cierto es que en el pasado estuvo correcto a las órdenes de realizadores como Andrew Davis, Dwight H. Little o Andrezj Bartkowiak, aquí al trabajar con un cineasta algo impersonal como Michael Oblowitz lo que se consigue es una actuación del todo obtusa y sin gracia, colocando la misma cara al enterarse de la muerte de su ayudante que cuando le confiesa a su esposa “soy feliz”. Menos mal que de vez en cuando el actor regala a sus antiguos seguidores las obligatorias secuencias de artes marciales, bien desarrolladas en su mayoría, pero poco destacables al estar ubicadas dentro de un producto a todas luces deficiente.   

Puntuación: 2/10