jueves, 17 de octubre de 2013

La leyenda del gran judo (Sanshiro Sugata, 1943)

Debut directoral de Akira Kurosawa con 33 años de edad arropado por Iwao Mori productor de la Toho, que, bajo petición expresa de Kurosawa, se hizo con los derechos de la novela homónima de Tsuneo Tomita incluso antes de su publicación con el convencimiento de que sería un gran éxito comercial y un material perfecto para adaptar a la gran pantalla. En efecto la película caló tan hondo en el publico japonés de la época que fueron necesarias varias películas más para saciar el entusiasmo generado por la primera.

El relato, reiteradamente criticado y calificado por los seguidores más puristas de Kurosawa como excesivamente simple, nos cuenta la historia de Sugata Sanshiro (excelente Susumu Fujita) un joven impulsivo y problemático que desea aprender Jiu Jitsu pero las circunstancias le conducen a entrar en contacto con el mundo del Judo, quedando impresionado por su efectividad y ligado a él para siempre.

Lejos de ser el primer film de artes marciales, el valor que atesora esta maravillosa ópera prima es el claro planteamiento de un esquema argumental que se repetirá hasta la saciedad en el genero que nos ocupa, esto es, la relación maestro-alumno (constante en Kurosawa) y el enfrentamiento entre escuelas de disciplinas diferentes en este caso Jiu Jitsu vs Judo en el que se transparenta una más que posible lectura nacionalista si tenemos en cuenta el año de rodaje y el hecho de que el villano practicante de Jiu Jitsu, al cual se enfrenta Sugata, viste a diferencia del resto con ropas occidentales. En total desacuerdo con algunas criticas que definen el aspecto formal de la película como tosco( sin tener en cuenta alguna escena de combate resuelta de manera algo disparatada), considero que la gran variedad de recursos utilizados en esta, demuestra la inquietud e inconformismo del director sin minar por ello el sentido narrativo, el ritmo (perfecto) o el enfoque ultrahumano de la película. Obligatorio hacer mención del magistral combate final enmarcado en un entorno natural cargado de dramatismo y rebosante de poesía visual.

Recomendadísima para amantes del cine en general y absolutamente imprescindible para todos los que gozamos de las artes marciales y la cultura oriental.



miércoles, 9 de octubre de 2013

SOL ROJO (Soleil Rouge, 1971)




La fusión de las “artes marciales” con el “western” es una suma que a lo largo de la historia del cine ha ido produciéndose con mayor o menor acierto. Y  la conexión no nos ha de resultar en absoluta ajena, pues por  todos es sabido lo mucho que influenció Kurosawa en la obra de Leone, por ejemplo. O que la Shaw co-produjo un título tan característico como El karate, el colt y el impostor (1974). E incluso en películas mucho más modernas como Real Zombi Revolver (2004) de Adrián Cardona aparecía un cowboy-samurái (interpretado por David Fernández).  Por eso no debe extrañar en absoluto que la mayor estrella del cine de samuráis de todos los tiempos protagonizase al menos un western en su carrera. Me refiero, claro, a este Sol Rojo del que hablamos hoy.  Sinopsis: el emperador del Japón decide regalar al Presidente de los EE.UU. una espada de oro como consecuencia de las buenas relaciones entre los norteamericanos y el país asiático. Para hacerle llegar el regalo, envía a un grupo de samuráis custodiando la espada con el fin de entregar en mano el valioso objeto. Pero un inconveniente se cruza en su camino, el tren en el que viajaban los orientales es saqueado por una banda de forajidos liderados por el Zurdo (Alain Delon), quienes roban la espada de oro. Kuroda (Mifune), con la ayuda de  Stuart (Charles Bronson), bandido traicionado por el propio Zurdo,  deberá cruzar el oeste americano hasta dar con el villano y recuperar el valioso regalo.   
Trepidante argumento para esta magnífica buddy-movie que contiene los habituales ingredientes del subgénero (choque de ideas, unión de fuerzas, etc.), dirigido por Terence Young (impulsor de las primeras películas protagonizadas por 007) e interpretado por un impresionante reparto al que debemos añadir el excelente trío de actrices compuesto por  Ursula Andress (quien además protagoniza un desnudo 100% gratuito y muy agradable de ver), Capucine y nuestra bellísima Mónica Randall. La música de Maurice Jarre redondea la jugada.
En cuanto a los momentos de acción, no me detendré en las secuencias  de explosiones y tiroteos (que las hay, y muy buenas), pues prefiero apuntar los momentos en los que Mifune se luce con la katana, cabalgando y luchando contra un grupo de indios casi al final del film, o el obligatorio combate entre Bronson y el protagonista de Trono de sangre (1957), destacable más que por la espectacularidad de la escena, por lo que ello representa hacia ambas culturas (además de ver a esas dos leyendas cinematográficas juntas en un mismo plano).También es interesante que  durante todo el metraje, el personaje de Mifune recuerda lo importante que es para él el cumplir la misión (encontrar la espada) pues de lo contrario su honor se verá herido, y no dudará en realizarse el harakiri. Conceptos como este quizá hoy los hemos visto muchas veces en la pantalla, pero a principios de los 70 puede que fuesen algo impactantes para el espectador estándar.
Vista hoy, Sol Rojo es una estupenda película que sin llegar a ser una obra maestra, sí que merecería  mayor consideración que la que tiene en la actualidad. Para terminar, mencionar que al tratarse de un western rodado en nuestras tierras españolas, quizá se echen en falta las presencias de secundarios más característicos, como Frank Braña, Víctor Israel o Aldo Sambrell, pero al menos tenemos a Julio Peña (Pánico en el Transiberiano-1972) y podemos deleitarnos con la ya mencionada  Mónica Randall, gran actriz que trabajó para Berlanga, Saura o Naschy y que aquí da vida a la prostituta encargada de “amenizar” las noches de Toshiro Mifune.      

Puntuación: 6/10

miércoles, 2 de octubre de 2013

INVICTO II (Indisputed II: Last man standing, 2006)




Después de mi experiencia con Promesa sangrienta, me sentí como una adolescente sedienta de más dosis del ídolo de turno, por lo que no pude resistirme  a revisar en mi videoteca en busca de más películas de Michael Jai White. Encontré varias, pero la que quizás más se acercaba a lo que realmente necesitaba ver era sin duda esta, Invicto II. Recuerdo que la vi en el momento de su estreno (en videoclub, of course), dado que de entrada, su antecesora, Invicto (2002) de Walter Hill, me había encantado, así que una secuela era de visión más que obligada. Aunque ya se sabe con este tipo de continuaciones, las coincidencias entre personajes suelen ser mínimas y se entienden más como psueudo-remakes que como segunda parte de una historia propiamente dicha…pero en este caso da igual, porque, se llame como se llame, Invicto II es muy buena.   
Michael Jai White es George, un exitoso boxeador que viaja a Rusia para protagonizar el spot  de un licor local. Una vez allí, unos gangters le tienden una trampa, acabando con sus huesos en prisión.  El objetivo de los “malos” es que George realice un combate cuerpo a cuerpo contra Boyka (Scott Adkins), el campeón indiscutible de la cárcel. Y hasta aquí el argumento, no es necesario más. Lo que realmente cuenta es ver a dos auténticos cracks como son Scott Adkins y Michael Jai White zurrándose de lo lindo ante los maravillados ojos del espectador.  Al contrario que en la primera entrega de la saga, en la que el boxeo era el deporte protagonista, aquí vemos como Adkins hace uso de las artes marciales a la hora de luchar, dentro de unos combates (casi) sin reglas en los que todo vale. Dado que el personaje de White es únicamente boxeador, deberá aprender algunas tácticas si quiere salir victorioso en sus combates, siendo instruido por otro preso (Eli Danker) apodado “El Topo” que fue militar un tiempo atrás.
Seamos serios, películas de temática carcelaria hay muchas y algunas de ellas son excelentes. Encontramos ejemplos como Cadena perpetua (The Shawshank redemption, 1994), Pena de muerte (Dead man walking, 1995) o Celda 211 (2009), por nombrar tres de las últimas décadas. Invicto II, evidentemente, no es una gran película, pero tampoco pretende serlo. La excusa de reunir en un mismo largometraje a Adkins y White debería ser suficiente para todos aquellos a los que les guste el cine de artes marciales. Yo por ejemplo, al ser fan de ambos actores, disfruto como un enano cada vez que la veo. Además, tiene ese look que poseen los mejores dircect to video, que seguro molestará a muchos, pero, ¿qué quieren que les diga?, a mi me encanta (y me engancha, pues trato de tragarme todas las del estilo, aunque a veces me den gato por liebre, claro). Y por cierto, intuyo que M. J. White debe sentirse cómodo interpretando a boxeadores, pues recordemos que a lo largo de su carrera ya ha interpretado a Muhammad Ali y Mike Tyson. Curioso.       

Puntuación: 
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