viernes, 9 de septiembre de 2016

AMERICAN SAMURAI (1992)


Recordemos unas palabras que pronunció el director Sam Firnstenberg en una entrevista concedida para el blog “La Abadía de Berzano” (*): en toda mi vida el único proyecto que he rechazado rodar fue Contacto sangriento...¡Menudo error! (risas). El principal motivo por el que me negué a dirigirla fue que, debido a mi experiencia previa, ya me había acostumbrado a rodar en cada película en veinte, treinta o cincuenta localizaciones distintas. Así que cuando leí el guion de esta película y comprobé que tan sólo había un escenario en toda la historia, me pregunté a mí mismo: “¿Cómo voy a rodar una película de acción en una única localización sin resultar aburrido?”. Como, por supuesto, no encontré la respuesta, decidí finalmente rechazar el ponerme al frente del proyecto. Viendo en retrospectiva el éxito que tuvo la película, resulta obvio que me equivoqué; como se suele decir en estos casos, el resto es historia.

Interesante declaración, desde mi punto de vista, que tal vez ayude a entender las acusas que llevaron al cineasta a filmar, en 1992, la cinta que aquí reseñamos, American Samurai. Se trata de una estupenda cinta de artes marciales cuyo argumento y desarrollo guarda no pocas similitudes con el éxito de Van Damme: un bebé, hijo de una pareja norteamericana y huérfano después de un accidente aéreo, es recogido por un maestro oriental, padre a su vez de otro hijo varón. El mentor entrena a los dos jóvenes en el arte de la lucha y de la espada, convirtiéndose ambos en dos excelentes guerreros. Los años pasan, y la personalidad y los intereses de cada uno de los muchachos sale a relucir: Andrew, el americano es un noble luchador, con el honor como máxima en la vida; por el contrario su hermanastro asiático, Kenjiro, es un engreído cargado de odio que para colmo de males ha entrado a formar parte de la yakuza japonesa. Tras una serie de conflictos generados por los celos, Andrew se verá obligado en un torneo clandestino de lucha sin reglas denominado “El circo de la muerte” en el que Kenjiro es el actual campeón.

Aún sin ser uno de sus títulos más conocidos, para el que esto suscribe American Samurai se sitúa como una de las mejores películas de acción de la filmografía de Firstenberg. No es perfecta, y en algunos momentos sale a relucir el mensaje panfletista pro-yankee pero, resulta un filme lleno de ritmo, con buenas peleas excelentemente filmadas por Firstenberg. El reparto está a la altura de las expectativas, y el propio Firstenberg recordaba en la citada entrevista que no hubo un casting para buscar a las dos estrellas, pues el proyecto ya nació con la idea de promocionar a sus dos protagonistas, un David Bradley en pleno apogeo tras aparecer en varias entregas de la saga El guerrero americano y el siempre genial Mark Dacascos, aquí en su primer papel importante -dando vida al némesis del protagonista-, conocido por aquel entonces en determinados circuitos gracias a su curriculum en el mundo de las artes marciales.

Con momentos puramente trash que van del surrealismo al puro pulp -como esos luchadores que participan en el torneo ataviados cual cimerios- aderezado todo con escenas llenas de gore (salpicaduras de sangre, cabezas cercenadas, extremidades separadas del cuerpo, etc.), American Samurai es uno de esos pasatiempos más propios del videoclub que de las carteleras, sin más pretensión que calmar las ansías de todos aquellos fans de los logros de los 90 de Seagal, Norris o el mentado Van Damme. Recomendable.

*: La entrevista la realizó, en abril de 2016, José Luis Salvador Estébenez en el marco del festival Cutre-Con de Madrid.

Puntuación: 6/10

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