Producción de Tailandia realizada en
los años 90 con muy bajo presupuesto -por momentos parece hecha
entre amigos con la intención de pasarlo bien- en la que un grupo de
individuos, tras una serie de malentendidos y casualidades, deberán
luchar contra fuerzas sobrenaturales en una trama difícil de seguir,
mal narrada y llena de chistes de tono soez que parecen sacados de la
peor película de Alvaro Vitali. Lo más sorprendente es que también
se presentan una serie de escenas de acción, algunas de ellas llenas
de movimientos espectaculares, coordinadas nada menos que por Panna
Rittikrai, figura clave de cine tailandés y descubridor de Tony Jaa,
con quien trabajó en películas tan importantes como Ong Bak
(2003), Ong Bak 2: La leyenda del Rey Elefante (2008) o
Thai Dragon (2005). Y es que antes de alcanzar cierta fama,
Rittikrai trabajó en decenas de filmes rodados con pocos medios
-como este Thai Zombie Dragon-
en los que curiosamente ya comenzaba a entreverse un potente estilo
visual que con el tiempo lograría inyectar en sus películas
(filmaciones a cámara lenta, repeticiones, grabaciones desde
distintos ángulos, etc.) conectando con el público de todo el
mundo.
Por lo tanto, y aún a pesar de las
malas formas presentadas en diferentes aspectos técnicos-artísticos,
Thai Zombie Dragon es una
película a la que merece la pena acercarse aunque sólo sea por
curiosidad de conocer los inicios de una de las personas más
influyentes en el cine de artes marciales de la década del 2000. Por
otro lado, el tono freak de la propuesta, en la que no faltan ni los
efectos gore con formas artesanales (a un personaje le rompen el
cuello en una escena que hay que verla para creerla) ni los vampiros
asiáticos que dan saltitos de un lado a otro. Por haber hay hasta
una escena de lucha libre contra un zombie en un ring improvisado en
plena selva en la que no falta ni el arbitro. Delirante.
Puntuación: 5/10
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